lunes, 2 de enero de 2012

Como la pularda ¿o poularda?

Da igual, llamadlo como queráis, pero así me siento yo, rellena, hinchada, ay! no quiero volver a comer en mi vida. Bueno, ya veremos a mediodía. Si es que no puede ser... El caso es que tampoco he engordado tanto, para lo que yo soy, claro. Porque cualquier otra, engorda cinco kilos y llora ¿eh?.
No pasa nada, toca ponerse a plan, pero esta vez de verdad ¿sabéis por qué? Porque María tiene que adelgazar. Entendedme, mi hija es preciosa, y le encanta comer. Pero no puede ser. No encuentro ropa de su talla y está gigantesca. El médico me dijo que se salva por la altura, pero que roza la obesidad (ains, qué vida esta) así que toca cuidarse, y moverse, porque eso no le gusta nada.
Entonces, en cuanto acabe la Navidad vamos a descubrir juntas las ventajas de las frutas que dicen que son muchas, aunque María no acabe de creérselo. Así que se acabaron las tablas de paté y queso, las pizzas caseras, las pastas con mis famosas salsas... (buaaaaaaaaa, buaaaaaaaaaa, buaaaaaaa).
Pues nada, ya tenemos el primer buen propósito para este año, a ver qué tal. He decidido que según vaya cumpliendo objetivos, me iré marcando más propósitos, que luego ves la vista de todos sin hacer y...
Feliz año a tod@s

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