Ayer invitaron a María a un cumple. Y claro, por extensión a mí también.
El caso es que Isa se ha mudado a las Cumbres hace poco, y yo estoy encantada, porque tiene una niña de la misma edad de María, y yo creo que este verano conseguirán hacer buenas migas. De momento ni se miran, pero todo se andará.
Yo conozco a Isa de toda la vida, y aunque no somos íntimas es agradable tener a alguien con quien hablar, cotillear, tomarte una cerveza, etc, etc.
Bueno, a lo que iba.
No he visto un grupo más variopinto en toda mi vida. Me refiero al del cumpleaños. Estaba Isa, claro, porque es la madre de Marta, pero también había ido Javi, que aunque vive en Benidor no quiso perderse el cumpleaños de su niña, y eso es genial. Estaba toda la familia materna de Marta, y nadie, nadie, nadie de parte de Javi. No es que nadie le tratara mal, todos queremos mucho a Javi, pero a mí me dio por pensar en el Papanatas. Jamás he conseguido que venga a ningún cumpleaños de su hija, si será gilipollas el tío. Y ¡ojo! jamás, jamás, jamás he tratado mal a Raúl en presencia de nadie, quiero decir, que no ha habido desprecios, malas caras, nada de nada. Ya sabéis que aquí no miento.
Es muy fuerte, pero yo creo que Raúl no quiere a María y eso sí que es una pena. Porque María ahora no se da cuenta, es muy pequeña y lo suple con otras cosas, pero cuando se haga mayor y necesite un padre ¿qué puedo hacer yo? Y no, no creo que pueda encontrar un sustituto para eso. A ver, si Raúl desapareciera del mapa como hizo el padre del Moskito (para gilipollas ése) todo sería más fácil. Pero él viene cada quince días a cumplir con la visita de rigor, o sea, que no ha desaparecido y le pasa algo de dinero a su hija, pero eso no es ser un padre ¿me explico?
No tiene ninguna conversación con su hija, no sabe qué le preocupa, cómo se llama el chico que le gusta, cuál es el mejor personaje de su serie favorita... No sabe nada de nada.
El muy imbécil...