miércoles, 19 de septiembre de 2012

La suerte que tenemos

Si algún día nos quedamos sin este trabajo, no sé qué va a ser de nosotros.

Os lo digo en serio. Si tuviéramos un trabajo normal, donde te controlas lo que haces y lo que no, si tuvieras que ser súper puntual, si no tuvieras la más mínima libertad de acción... Eso es por lo general un trabajo normal no?

Os cuento, yo llego por la mañana, y lo primero miro mi correo personal, luego veo mis movimientos de banco, que como todo pobre que se tenga por tal, hay que controlarla mucho. Y luego ya, una vez hechas todas mis cositas, abro los programas del trabajo: banco, correo, etc, etc.

Si por casualidad comento que llego tarde porque he cogido otro autobús posterior, lo primero que hacen aquí es mandarme a desayunar porque así no se puede trabajar, y si hay mucho lío por lo que sea, como mínimo a comprarme un cafecito.

Y ahora lo mismo, como no tengo mucho que hacer, me dedico a escribir un ratito en mi blog, aunque realmente me gustaría que hubiera urgencia para algo, porque estar así de relajado no es buena señal.

Y claro, un Carlos se ha ido a casa porque le venía el cerrajero y le cambian la cerradura, volverá en una hora o así. Y el otro Carlos se ha ido a casa porque tiene algo que molesta y hace ruido e iban los del ayuntamiento a hacer una medición, ¿véis lo que os decía? Si yo digo que tengo que ir a lo que sea, (el otro día fui al Corte Inglés a comprar un regalo) también me dejan irme sin problema. ¿Dónde, dónde podríamos encontrar otro trabajo así?

Es que todo el mundo despotrica de su trabajo, y de sus jefes, que si se aprovechan, que si... Bah, pues en mi caso eso no es así, jamás lo ha sido. Mis jefes nos tratan muy bien, y nos pagan mejor. Vamos, que yo por media jornada cobro casi 800 euros, y creo que muy poca gente puede decir eso. Por cierto, no tengo ninguna especialidad, ni soy licenciada en nada. Tuve que trabajar muy prontito en lo que saliera, y si os soy sincera ahora me gustaría estudiar de nuevo, pero no tengo pasta, ni tiempo. El otro ejemplo que tengo es el de mi hermana, que ha tenido que pagar un potosí a una zorra que estuvo tres meses enteritos dada de baja por una depresión, y no ha tenido la decencia ni de llamar.

En fin, qué se le va a hacer no? A ver si seguimos teniendo suerte.

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