jueves, 19 de julio de 2012

peor que casarse con un tonto... Divorciarse de él!!!

Y si es mil y siete veces tonto???? Pues os podéis imaginar

Ayer, siete y pico de la tarde, me suena el móvil y no llego a cogerlo, cuando miro es un móvil desconocido, así que devuelvo la llamada, me presento y ahí empieza lo bueno.
Buenas tardes, soy su abogada, ¿mi qué? sí, su abogada. Y voy a pasar a leerle los términos de su convenio de divorcio ¿mi qué? sí, su divorcio. Según su marido ¿mi qué? (a estas alturas yo ya parecía subnormal profunda claro). Bueno, como le decía, según su marido, hemos procedido a la liquidación de bienes y del matrimonio, y voy a pasar a decirle las cláusulas. ¿por teléfono? ¿me va a explicar las cláusulas de mi divorcio por teléfono? sí, es el procedimiento. Ahí empecé a cabrearme pero bien. A ver señora, dije yo, ¿no podrían enviarme un borrador con ese acuerdo para que yo lo estudie y ver si estoy de acuerdo????, No, ese no es el procedimiento. Vaaaaaaaaaaaale. No es el procedimiento. Llegué hasta la tercera cláusula, cuando me dijo que el custudio del menor (en este caso la madre), no puede negarse a que el no custudio del menor (en este caso el papanatas) se ponga en contacto con el menor cuando él lo considere necesario. Ahí no pude más y empecé a carcajearme. Joder!!!! Cómo se puso la señora, que no era gracioso, que esto son cosas serias, que es mi representante, ¿mi representante? ¿de qué? Yo no la conozco de nada señora, y...  ¡¡¡y yo me río de lo que me sale de los cojones!!! Hombre. Ahí la señora se enfadó también, y me dijo que no iba a hablar más conmigo. Y que no le hiciera perder más el tiempo, y que me pusiera de acuerdo con mi marido y que luego les llamáramos a ellos. Y me colgó.

Hasta aquí la parte uno, ahora la segunda parte, que es la más interesante.

María salió de su campamento el sábado por la mañana. Morena, feliz, preciosa y con un sin fin de historietas y anécdotas que contar. Yo, como soy tonta, que más no puedo ser, quise que su padre también formara parte de ello. Así que cogí el teléfono y marqué su número. Después de la tercera llamada sin que me cogiera el móvil decidí que en ese momento no podía. Así que le puse un mensaje informándole de que la niña ya había salido, que estaba muy bien, y que tenía ganas de contarle cositas. Para que llamara.
Bueno, llevo llamando y llamando y llamando toda la puñetera semana, ¡hasta le he puesto un mensaje a Ceci, pidiéndole por favor que Raúl me llame!!! Tonta no, gilipollas vamos.
En fin, volvemos a ayer. Después de exabrupto y de dos cigarrillos conseguí calmarme un poco y decidí que esa señora no tenía la culpa de que Raúl sea gilipollas profundo ¿verdad que no? Así que cogí el móvil, marqué su número y me cogió el teléfono la señora en cuestión. Me presenté de nuevo y antes de que me colgara le pedí disculpas. No por lo que le había dicho, sino por las formas. Yo no estoy loca, y me comporté como si lo estuviera. Ella aceptó mis disculpas, la verdad es que agradecida y me dijo que había hablado con Raúl (qué suertuda ella) y le había dicho lo que a mí. Antes de contratarlos nos tenemos que poner de acuerdo entre nosotros. No puedo estar más conforme con eso.

Arggggggg, ¿qué os parece la odisea? Volví a dejarle mensajes a Raúl, ya muy enfadada, la verdad. Y al final, sobre las diez de la noche me llamó para preguntarme que qué le había hecho yo a la abogada. No, no empecé a gritarle y a soltar barbaridades, ¿para qué? Sólo le dije que qué coño le pasa en el móvil y su respuesta fue que lo tenía apagado, ¿y su hija? Bah, lo dicho, peor que casarse con un tonto... divorciarse de él.

Ya os contaré cómo acabamos.

Besos a tod@s

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