lunes, 20 de febrero de 2012

Rota

Definitivamente, lo de verle no fue buena idea. O sí, quién sabe. A lo mejor es algo que tengo que pasar, y puede, sólo puede que le vea en algún momento y no sienta nada. ¿Con Rafa? ni de coña!
No os podéis imaginar cómo le quiero y cómo quiero volver a abrazarle y sentirle cerca de mí.
Pero me temo que no va a poder ser ¿verdad? ¿qué opináis vosotros? ¿Conseguiré ser fuerte? El sábado si me hubiera dicho "mu", me habría ido con él donde él me pidiera, le habría dado dinero, y lo que me hubiera pedido. Ya sé que yo iba bebida, pero da lo mismo. Si lo hiciera ahora, también se lo daría.
David habló conmigo.
Me dijo que en la vida me había visto más enamorada de nadie, que la cara se me ilumina cuando le veo (soy tan obvia...), y que jamás me había visto más feliz.
También me dijo que nadie podría hacerme más daño en la vida que Rafa, y qué paradoja ¿verdad? Tanto bien, tanto mal...
Que él es así, y si quiero estar con él así, bien, si no, nada.
Que también me quiere más que a nadie (menos a la coca), pero que necesita esa mierda para vivir. Que si se siente mal, la toma, y si se siente bien, lo celebra tomándola. Que la necesita para levantarse de la cama, para vivir, aunque yo crea en el fondo de mi alma que eso no es vida.
Cada dos por tres me asaltan lágrimas inoportunas, como ahora, o esta mañana en el autobús que he venido todo el trayecto llorando. O el sábado, cuando me rompí, aunque no delante de él, gracias a Dios.
Ahora estoy trabajando y estoy llorando de nuevo ¡ay Dios! ¿se acabará esto algún día? Ya sé que no me voy a olvidar jamás de él, pero ¿dejará de dolerme?
Lo peor de todo es que voy a acabar enferma de verdad. Estoy ahogando penas en la comida otra vez, y eso que nada me sabe bien. Ya no cocino, me alimento de mierdas nada más. Sólo pongo el automático por María, y ¿mi casa? Bueno, tiene tal cantidad de porquería que si viniera sanidad me la precintaría sin duda alguna. Tengo que espabilarme y volver a ser yo, no es que sea nada interesante, pero parece que vivo, no como ahora que me siento muerta. Lo único que me apetece es quedarme sola para poder llorar tranquilamente, o comer.
Parece que tengo 17 en vez de 37 ¿verdad? Pero como dicen que el amor no tiene edad, pues va a ser que las penas de amor tampoco.
Odio mi vida, sólo tengo ganas de que llegue la noche y meterme en la cama, porque en mi sueños él vuelve a mí ¿sabéis? él vuelve a mí.

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